sábado, 31 de mayo de 2008

El universo en mi mano

Por primera vez me pareció, de pronto, que el mundo podía ser lo suficientemente grande para albergar a la naturaleza de los pensamientos. No sé por qué, pero -también de pronto- las estrellas que habían sido flores y la flecha que antes había sido pluma corrían paralelas en el fluir de los acontecimientos. Y navegaban al unísono en aquel viaje sin distancia.




Un planeta perdido y sin la protección de la incercia, quiso probar aquel encuentro. Sin causar molestia alguna, se adosó a ese experimento fútil y efímero.






Atraído por la solemnidad de la idea, los corales, siempre con la querencia a adherirse a cualquier cosa, trasladaron sus raíces a aquella cosita de estropajo. Y una corola de algas blancas crecieron, por el arte de la espuma, en el centro de la composición, para atraer las miradas.






(Recuerdo del verano)

viernes, 30 de mayo de 2008



Han saltado las amarras
y van las barcas sin remos,
sin marineros tatuados
y esperanzas en algún puerto
La mar se viste de azul,
las olas las van meciendo,
y el marinero en la arena
tatuando sus recuerdos.

F. Vélez Nieto

lunes, 26 de mayo de 2008

Gacela de la huida





Me he perdido muchas veces por el mar
con el oído lleno de flores recién cortadas.
Con la lengua llena de amor y de agonía
muchas veces me he perdido por el mar,
como me pierdo en el corazón de algunos niños.

No hay nadie que al dar un beso
no sienta la sonrisa de la gente sin rostro,
ni nadie que al tocar un recién nacido
olvide las inmóviles calaveras de caballo.

Porque las rosas buscan en la frente
un duro paisaje de hueso
y las manos del hombre no tienen más sentido
que imitar a las raíces bajo tierra.

Como me pierdo en el corazón de algunos niños,
me he perdido muchas veces por el mar.
Ignorante del agua, voy buscando
una muerte de luz que me consuma.

Federico García Lorca

jueves, 22 de mayo de 2008

A las cinco y veinte.... (Abril de 2006)


A las cinco y veinte de la tarde
un estudiante busca,
entre fotocopias de letras subrayadas,
palabras que guíen pensamientos prestados.

Una niña escucha el cuento de su madre
mientras su gato, enredado
en los flecos de la alfombra, estira las zarpas.

A las cinco y veinte de la tarde
un preso se incorpora en la cama
tras dormir la sienta y contempla
-desde la ventana-
las sombras sobre el asfalto de un patio en calma.

Más allá una hoja blanquecina, casi inerte,
cae -¿inesperadamente?- de la rama de un árbol centenario.

Un hombre sale del bingo habiendo perdido el alma.
Un grupo de profesores discuten las calificaciones
en una clase que huele a infancia.

Un niño le arranca las alas a una mariposa para entender,
en ese mismo instante,
que su vuelo era don,
que su vuelo era gracia.

A las cinco y veinte la vida continúa
en una tarde de primavera más cálida de lo normal.
Y una mujer loca llora porque siente
que, sus risas, solo son ecos de flores lejanas.


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Siguen siendo las cinco y pico y un pintor
de sombras descubre la luz en las telarañas,
mientras que la inspiración, como una paloma cansada,
posa su sed sobre una fuente junto a las malvas.
Y un músico, podrido de escalas,
escupe notas al vacío capaces de llenar mil estancias.

Pasadas las cinco, las calles estrechas están solitarias,
y las amplias avenidas aún no desvelan el destino
de los que pisan, con tiento, los tablones que cubren las zanjas.

A las cinco bien pasadas, una niña de ojos grandes mueve
una baldosa mal pegada,
y su crujir despierta,
entre las musarañas,
los sueños de otros mundos
que viven bajo sus plantas.

Ah... atrás quedan las cinco y sus minutos avanzan,
mientras el calor empacha el sopor que se funde
con la densa calma.

A una jaula abierta un pico de gorrión llama;
a un cartel de cine, la goma que lo fija, deja que se caiga
para mostrar el anuncio de la temporada pasada.
Y la televisión, llena de basura, devuelve vidas robadas
a los dueños de otros sueños
que tratan de hacer coincidir estampas.


Un abuelo arregla una bici,
un pastor canta una nana,
un portero se tiñe el pelo para tapar sus canas.
Un taxista recorre esquinas de aire,
un enfermo pide agua.
Y la tierra regada del parque
huele a tierra... ¡a tierra mojada!


Un motor antiguo no arranca,
un curioso se asoma por la cerradura
de una puerta casi desvencijada.
Un sacerdote entorna los ojos para mirar sin mirada.
Un mendigo pide en la puerta de un aparcamiento en el que nadie para.
Pide algo para la cena...
también acepta palabras.

Un coleccionista cierra un álbum ganado a la paciencia.
Un ascensor para entre la planta quinta y sexta.
Un camarero seca las tazas.
Una ventana abierta deja escapar un visillo;
una mano nerviosa despide al mejor amigo,
mientras que la desmemoria de un anciano con alzheimer
juega a inventar batallas y naranjas.

Una herida supura en la carne,
una pregunta consigue ser contestada.
Alguien recicla vidrio;
un libro pierde una tapa.
Una foto sale velada... y
un beso sabe a jazmines en rama.


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A las cinco y veinte suenan campanas lejanas.
Y un ladrido seco recorre también el aire;
alguien se muda de casa.
Un joven que se ha duchado se seca las gotas de la cara.
Una alfombrilla gris está tendida en la entrada.
Un hombre nervioso se come las uñas, mientras
que una mujer barre el azul de su alma.

A las cinco y pico un perro herido vagabundea
por una carretera en busca de unos dueños
que no han sabido amar su mirada.

Un guiñol abre sus cortinas para ensayar la jornada.
Un cirujano extirpa un tumor y consigue que huela a agua;
unos padres esperan;
una novia aguarda...
En una iglesia cerrada un coro canta,
y una vieja separa las nueces de las cáscaras.

Alguien prepara café...
y alguien devuelve en la cama.

(En el laboratorio)
un hematólogo sueña con la inmunodeficiencia
y la derrota con verdes algas.

Y consigue,
en un solo miuto,
volver a llenar de sentido
mil vidas
que solo saben que son las cinco pasadas.
Las cinco y veinte de una tarde de
olores,
perspectivas,
de vidas y
de palabras.

(Dedicado a Muñoz y a los otros de la octava planta).

Ya no puedo fiarme de ti

desde que podaste todos los árboles del jardín
para llenar el espacio de sensaciones;
desde que cortaste las hojas nuevas de ficus
porque eran brotes molestos;
desde que recogiste todas las flores caidas,
porque alteraban, seriamente, tu estabilidad visual;
desde que cubriste de cemento las piedras
sobre el suelo de tierra y dejaron de ser el filtro natural
que dejaba pasar el agua de la lluvia
que alimentaba todo

¿¡qué queda!?

Ya no puedo fiarme de ti.

Pues eso.



Dedicado a La calle de la inspiración.
La que me hace escribir cada mañana.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Muy harta..

No se pueden imaginar cuánto.



Por eso, voy a BARRUNTAR, con los amigos de ESCACENA mi propuesta para la Revista objeto que editan, cada temporada, bajo la dirección de Francisco Aliseda.



Un gusto, compartir espacios




martes, 20 de mayo de 2008

Susurros


Hay tantos... (fotografía tomada de aquí)
******



Está el techo temblando del roce del agua
y el campanario se recoge ensimismado ante aquella marea viva.
Está la casa sumergida en el paraíso,
y ya no flotan ni los aromas ni los sabores que antes albergaba.
Está el camino esperando quien lo recorra,
aunque los ecos de las pisadas suenan a falsos rompeolas,
ajenos al páramo que allí habita.
Está la madreselva hundida en el patio,
al vaivén de la corriente que mece en el subterráneo las caricias de los fantasmas.

Ha quedado la plaza sin las comidillas de sus bancos,
sin las palomas inquietas que iban de un lado a otro para esquivar una pisada.
Han quedado las arquerías de sus portales vacías de sensaciones,
desprovistas de aristas, huecas en cavidades para buzos de la nostalgia.

Hierve a fuego lento la congoja de la resignación, una vez dormida la resistencia.
Y el pueblo bajo el pantano es un balandro
encallado al mar vacío del corazón
que una vez lo habitó.
Hoy es reflejo a deshoras.


Desconcierto.
Se rompe la ley.
Tal vez porque las personas vieron nacer y crecer a las casas,
a los pueblos.
Tal vez porque los pueblos son los que ven morir a las personas.
Y cuando esta ley, impresa en la esencia de la vida,
aunque no escrita en ninguna parte,
se altera;
un rincón,
un viejo,
y un poeta
lloran.

Y la vida pierde de manera traumática su escenario.
Y el embalse, como un mal mecenas,
cristaliza en apariencia lo creado
para conservarlo en el momento,
pero como el coleccionista altivo
lo encierra en su urna,
escaparate de lo que fue,
jaula transparente que se apropió de la vida.

****
Susurra la arena el acoso del viento,
pero solo la oye la piedra que,
corroída por la sal,
calla y otorga antes las malas artes.

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"Lo que hoy se conoce como el Pantano del Tranco de Beas fue en tiempos la hermosa vega de Hornos y el remansado valle del Guadalquivir, ambos repletos de cortijadas y aldeas llenas de vida. Hoy tan sólo existen en el recuerdo de sus antiguos moradores. La torre de Bujarcadí sólo aparece cuando el Tranco está prácticamente vacío; sin embargo, el castillo del antiguo señorío de Bujaraiza emerge siempre de las aguas como si de un lago escocés se tratara. Dicen que se llamó el Tranco de Beas porque en Beas se hospedaban los ingenieros que trabajaron en su construcción. Antiguamente era conocido como el Tranco de Mojoque o de Monzoque y era un paso de auténtico vértigo sobre el río donde acontecieron multitud de anécdotas a los serranos de antaño..."





Para mis amigos/as de Andújar (Jaén)

Leer más sobre el tema... Blog de José Gómez Muñoz

domingo, 18 de mayo de 2008

MADRUGADA


Es de madrugada, en una hora imprecisa en la que los segunderos van más lentos y las horas se retrasan para dar cabida a los sueños tardíos de algunos pocos desvaríos.

Mientras la noche templa el fresco de la ciudad con un mar de lucernas artificiales -cita precisa de mariposillas temerosas-, vuelvo a casa por aceras rotas para que no se noten los defectos de mis pisadas. Pero cada paso descubre un nuevo crujido quebrado ante tal conjunto de lacras cotidianas: sellos de hormigón desdentados, como si fueran juguetes que han perdido algunas piezas y ya, insertas en el conjunto vacío, no se sabe cuáles eran importantes y cuáles secundarias.

Un animal loco –parece un gato- me adelanta espantado. Es igual que una flecha oscura recién estrenada, estremecida y asustada por el susurro envuelto en lágrimas de la diana cuando ésta le dice: “es por ti por quien muero”. Y el certero aguijón del acero sobre la madera queda sobresaltado, por siempre, ante el dolorido silencio que causa su llegada al centro. Queda tan conmovido que también él llora su esencia de virutas invisibles, tan afiladas como sensibles. Espiralillas que volarán a la más mínima señal de movimiento. Pero, tras el primer llanto, la flecha no se inmutará nunca más. Ahora se sabe asesina movida por las manos que la impulsan para sobresaltar otros centros. No hay vuelta atrás una vez que despiertan los instintos. Y se hace adicta a los consejos que buscan el estrépito.

Y con el sobresalto de las horas lentas, huye el gato buscando abrigo en el viejo refugio de la supervivencia, ahora tan lejos. Tan rápido corre que su alma se pierde en la fuga y cae en la acera, mientras su cuerpo, desmadejado por el miedo, se escabulle vertiginosamente, aliviado –de repente y de forma inexplicable-, por la ausencia de cierto peso. Huye y huye, como sombra a la que persigue el diablo... sin ocasión de hacer balance de la batalla; sin saber cuál va a ser el precio que habrá que pagar -esta sexta vez- para que se renueve el milagro.

La acera cuarteada sigue siendo un test enorme al que le faltan muchas fracciones iguales; logotipos enfermos, mutilados y desaparecidos. Es una estampa incompleta que se ha vuelto incómoda camilla de enfermería para un alma abandonada.

Me agacho para mirar el hálito de vida que allí habita, pero es él el que me contempla con ternura. Pide permiso con el hábil silencio que todo lo habla.

Dudo.

De cien mil posibilidades escojo una, aún vestida por la indecisión:

-Ven.

No hubo necesidad de más.

Mi alma de gata abandonada ahora maúlla cuando siente cascabeles lejanos, se agita cuando sobre los tejados mora la luna, se ríe sin prisas cuando se encuentra ante tu espejismo. No te reconoce, pero te desea.

Mi alma de gata perdida convive con mis pasos –siempre en tu busca- a ninguna parte, ha dejado dormidas las esencias de otras almas que, sabe Dios, en quiénes habitarán ahora, en este baile promiscuo de cruces y de salidas. Y te anhela.

Mi alma de gata libertaria me hace huir muy, muy rápido cuando siente el frío de la hora, en la que los segundos se hacen más lentos y los pasos suenan huecos para puzzles sin solución.

sábado, 17 de mayo de 2008

Torres

Aunque torres más altas han caido
las nuestras
no necesitan caer
porque ya están a ras de suelo.


Para Álvaro Pérez.

Recuerda:
siempre habrá una mano amiga
que te dirá: levántate y anda.

viernes, 16 de mayo de 2008

Gracias por querer ser Mediterráneo

Gracias por querer ser Mediterráneo en este día y compartir con nosotros/as la sal de las venas y el agua en la mirada




Vídeo editado y subido a Youtube por Saray Pavón Márquez. ¡¡Gracias amiga!!

jueves, 15 de mayo de 2008

Muchas felicidades, Alex

Fotografía tomada del blog de Álex Segrelles, que está de cumpleaños.
FELICIDADES de todo corazón, Álex.

Tienes...

Tienes abanicos de azabache
para unas pupilas que incendian la vida.
Porque nacieron como la hiedra
para extenderse como lava de fuego
entre la rosa y la espina
entre el mar y la tiniebla
entre el paréntesis que cabe
entre un alfa y un omega.

Tienes, niño, abanicos de azabache
que son como plantas carnívoras:
tan dulces como mortales.


Para Lorenzo Ortega,
dueño de dos ojos pícaros y amigos.

Itinerario de hoy


Hoy acudí al trabajo por el camino más largo.
El barrendero arrinconaba una marea de jacarandas caidas;
aún estaban tiernas.


Tras la plaza, apareció El Jueves,
que se extendía son solemnidad.


Y tú estarías en el escritorio,
detrás de cualquier ventana

Agonía urbana

Agonía agonía, sueño, fermento y sueño.
Éste es el mundo, amigo, agonía, agonía.
Los muertos se descomponen bajo el reloj de las ciudades,
la guerra pasa llorando con un millón de ratas grises,
los ricos dan a sus queridas pequeños moribundos iluminados,
y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.


Puede el hombre, si quiere, conducir su deseo
por vena de coral o celeste desnudo.
Mañana los amores serán rocas y el Tiempo
una brisa que viene dormida por las ramas.

Ferderico García Lorca, fragmento de la Oda a Walt Whitman

martes, 13 de mayo de 2008

Letras para unas letras

Una mañana vestida de metáfora
(madrugadora);

un espejo, un mar, dos velas
(una a San Francisco, la otra al Diablo,
por si acaso);

un buenas noches, Noche
(por respuesta)


un "porque los cipreses de Itálica
esperan siempre la mano blanda
del viento que los pulse".

(Y el eco acompañó al aire
para que no durmiera solo).


A Francisco Vélez Nieto

Cuentan...

que se abrió en canal por el simple hecho
de saber -a ciencia cierta- qué había dentro.

Así era ella:
un disparate lleno de verdad.

lunes, 12 de mayo de 2008

Tú sigue andando,

cuando no sepas si es mejor nadar que volar.
Da igual si son paredes, ventanas, puertas, suelos o cielos.


no sé... igual aún me están esperando ¿no?

Ficción vs Realidad

Imagíname

Estoy en la cocina. Parto una sandía recién sacada de la nevera. Tan fría como llena de vida. Al clavar el cuchillo le han sallido 100.000 flores -distintas- que se han esparcido por el suelo, cubriéndolo todo. Abro la puerta de la galería y acuden varias moscas. Una se posa en el hombro.


Vuelve a la realidad

Tengo la cocina llena de flores por el suelo y una mosca en el hombro. Ha venido sin avisar. Hay sandía de postre. Queda poca. El resto se hizo flores, de muchos colores.

Estoy descalza. Esta mañana me calé hasta los restos.

La sandía está fría.



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Para mis amigos/as del Perú, un resfriado... en Brasil

Enigma

La palabra, moldeada por las ilusiones, no fue capaz de convertirse en una máscara valiente para las vísperas enigmáticas. Y quedó sin reflejo en las aguas. Solo se podían mirar en ellas una EQUIS y una O, que se turnaban para elegir las flores que darían color a las guirnaldas opacas. También el verde estaba escondido por el miedo que la cobardía provoca cuando no brilla a lo lejos, con suficiente intensidad, la esperanza.
Demasiado para unos tallos desprendidos de sus ramas.
demasiado libres,
demasiado solos,
demasiado lejos,
demasiado locos,
demasiado secos,
insuficientemente amados

Pregunta (retórica)

¿Crees que podré nadar y guardar la ropa?
Me dijo... mientras metía la cabeza en la lavadora
y se mojaba el alma de una vergüenza que no tenía.

Una docena de uvas rosas

Facilito, para que no te atragantes:


Ya
no
eres
la
ciudad
a
la
que
se
dirigen
mis
pulsos

sábado, 10 de mayo de 2008

IV Plumier de Versos

Quisieron la casualidad y las palabras que hubiera un sitio para mis letras en este Plumier de Versos.

Agradezco a todos/as vuestro cariño, vuestros abrazos y vuestros aplausos. Es verdad que este premio ayuda a no saberse tan sola en el alfabeto; a entender que tus vocales son las de otros que se miran en ellas y se hacen cómplices de mensajes que crecen en otros itinerarios.

Muchas gracias por acompañarme esta tarde.

Os dejo un poema que va incluido en el poemario y que saldrá publicado en el otoño:

Ausencia y memoria


Le he pedido esta noche a la memoria
que duerma sola. Me ha mirado perezosa y con
ironía, se ha despedido con un “hasta luego”.
Antes de irse, ha serpenteado juguetona
sobre las sábanas de la cama para colarse,
de un salto, en el cajón de un mueble cercano,
que estaba medio abierto. Estoy tranquila
porque la veo buceando entre fotos, carnés,
algunas notas viejas, lápices sin punta
y un reloj sin segundero.

Ahora, sin memoria,
no sé cómo llamarte,
ni sé como desearte.
Y sin memoria, necesito que vengas
para que me acaricies el pelo,
para besarme en la espalda,
para leerme un poema,
para que me dibujes dos cielos,
y me digas, sin memoria,
quiénes somos y qué queremos.




MUCHAS GRACIAS A TODOS/AS.

viernes, 9 de mayo de 2008

miércoles, 7 de mayo de 2008

La sintaxis de la imagen II

Vídeo editado y subido a youtube por Saray Pavón (genial como siempre). Yo solo puse los fogonazos y dos miradas.

Gracias, Saray!!!


Madrugada (II)

Me duelen los pies y el paladar
porque no he encontrado un jazmín discreto
donde posar mi alma
ni unas manos que acompañen,
con soplos de limones frescos
una canción que te he cantado en silencio,
entre un bullicio urbanita,
moderno y antiguo,
natural y travestido
modelado a base de golpes casi fascistas,
que, al unísono,
hacen desfilar al ser como aquel animal
salido de las cavernas:
dando un grito vacío,
insoportable para la música que tengo,
porque asusta a la conciencia y la repliega.

Y he cogido el primer vuelo que partía
(ha sido anunciado por megafonía en varios idiomas)
de este aeropuerto de sombras que deambulan
para reencontrar la luz tenue que
desean también las polillas.


Acabo de llegar y...
voy a vestirme de Lorca,
o de Góngora,
o de cualquiera que me apetezca
para dibujar mis sueños.
Me da igual cantarle a una bujía que a un bujío,
me da igual, pero..
¿sabes?
soy barroca,
(sí, has leído bien: soy barroca).
Vuelve a leerlo:
soy barroca
y soy renacentista,
y soy gótica,
y soy primitiva,
y soy degenerada
(entiéndase, como los nazis llamaban
al arte expresionista y moderno al que aborrecían),
y soy románica,
y romántica,
y soy modernista,
e impresionista
y soy varios neos
y varios ismos
y varios pos(t)
y varios pre
y soy contrarios que se complementan.

Y porque soy todo eso y más,
y a veces nada,
no me llamaré de ninguna manera,
y no me importa que no me den nombre.
Tampoco me importa que no me (re)conozcan
ni que me aplaudan
ni que me sonrían
ni que me llamen para ser palmera
(también soy flamenca de Flandes)
de cualquier alguien que no sabe contar hasta tres.

Porque, en realidad, en este momento
son pocas las cosas que me importan
y tú estás entre ellas.

lunes, 5 de mayo de 2008

Una pregunta

¿Por qué son tan cortos 60 minutos?

Estoy mareada de mareas y mares... Ahí va un vómito a palo seco, sin filtros...

Pon tú la música.




jueves, 1 de mayo de 2008

El árbol que habita en mi casa


El árbol que habita en mi casa ha crecido, conmigo, casi sin darme cuenta.

Está arraigado en el nido que ha enredado entre mis fronteras, en el espacio cedido por las láminas de bronce que acurrucan, junto al terciopelo del estuche, los momentos que la existencia me ha cedido, mezclados con guijarros dulces de colores.
Y cada cumpleaños, una nueva muesca hace girar el mundo para entrar a formar parte de su savia y de la mía.

Entonces, le abrazo con el aliento y convierto las sonrisas en el rocío que le regalo. Y se crece con mi presencia, aproximando sus ramas a las ventanas. Especialmente a una, que le tiene reservado el derecho a contemplar los lapsos de nuestros encuentros desde un palco vacío que sus hojas llenan.