domingo, 27 de septiembre de 2009

Abusamos de la hipérbole - II


¿Cuántos poemas más tendrás que leer o escribir
para seguir diciendo cosas
como que los poetas son la fe del mundo?


Ahora que dices que derramas tinta por los poros
y que te abres en canal
para dar lo mejor del alfabeto
y de tus vísceras,
que dicho sea de paso
dicen los que entienden
que siempre huelen mal
(a las vísceras, me refiero);

ahora que te veo sensible
a esta gramática táctil de portátil y ADSL
te sugeriría un par de cosas,
como, no sé…
abusando de la hipérbole:
que te hagas donante de sangre.

Probablemente el premio Adonais
sepa a zumo y bocadillo
y hasta puede que no escribas nada
sobre la farola anémica de la esquina,
deficitaria también en plaquetas.

Y tal vez, no sé,
se te quiten esas ganas
de hacer poemas absurdos
de un drácula de pacotilla
eternamente castigado al ombligo
que bebe de la realidad ajena
sin dar una gota de sangre.

Ahora que dices que derramas tinta por los poros
es cuando más te necesita la poesía.

martes, 8 de septiembre de 2009

Hacia una gramática... malva

"Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo"
Wittgenstein

Éramos horizonte sin ex libris
con la firma del níspero sobre la tierra,
artificios incompletos,
manchas tipográficas
que miraban el cielo de cualquier tarde.

Jugábamos a tirar al agua La piedra Rosetta
en la escritura especular del río
y la sonrisa del tétanos.

En la villa de los papiros
crecía el cáñamo y la ruina
y las estelas del paraíso
junto al manglar,
en papel pijama.

Habitábamos el sonido
y memorizábamos el viento
-prólogo de los intérpretes
de lengua en lengua-
calcos del agua.
Y los nombres,
a punto de entrar en filas
con el énfasis del calor en la siesta,
cuando la afasia traía adherida
la hierba fresca
en aquel lenguaje interior
de nuestros límites,
junto a la identidad hambrienta.

miércoles, 2 de septiembre de 2009