domingo, 28 de septiembre de 2008

Canciones de la muerte de los niños


Suena en la radio un fragmento de las Canciones de la muerte de los niños, de Gustav Mahler.

Dicen que el original Kindertotenlieder era un ciclo de 425 poemas, escritos por el poeta F. Rückert entre 1833 y 1834; después de que dos de sus hijos fallecieran en un intervalo de dieciséis días. Mientras lo pienso, nace un agujero negro junto al hígado. Un abismo como el del niño que está solo y tiene una ciudad en la garganta. Tal vez, un transtorno de ciudades marítimas sin escrúpulos, que diría Alberti. Porque "el niño iba para piedra nocturna...". Y dice Lorca que todas las tardes muere un niño.
Recuerdo un texto de Rosalía de Castro en el que la autora evocaba aquel día en el que llovía, y llovía; o la escena lorquiana en la que la luna, engalanada con su polisón de nardos, bajaba a la fragua para llevarse de la mano a una criatura, generando el llanto de los gitanos.



No sé porqué mueren los niños,
ni de dónde sale ese incienso
con sabor a noche;
con el sabor a remedio amargo
que se filtra por las calles
cuando a la muerte le gusta coser
el futuro en llamas
con pespuntes de flor de algodón.


Gota a gota
besa la sal el mar del olvido,
y levanta,
ruidosa,
la pintura que protege al lienzo
de ser,
simplemente,
un espacio vacío.
Lloran las rejillas de las cunas
el óxido y la carcoma
por saberse ventanas abiertas
y peceras sin agua;
quedan incapaces de mecer a las algas
que alimentarían a los peces
para que pudieran mirar siempre de frente.


.......


sábado, 27 de septiembre de 2008

Solo eran sensaciones, le dijo

-Sólo son algunas sensaciones. No creo que tengan importancia. Ahora, casi no tengo tiempo para escribir- le dijo.

-Adelante... escucho-.

I

Ese maldito síndrome de Estocolmo
entre los dientes.
Esa debilidad enfermiza, blanquecina,
junto a aquel sarampión de lunares.

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II

El asfalto cimentaba caliente
sobre las vértebras impares;
olía a alquitrán
y los semáforos borrachos
contaban los segundos de la noche
de dos en dos.

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III

Cualquier día de estos
la luna rompía a llorar
-pensabas-
para susto de las ciudades.

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IV

Cupido, a carcajadas con su carjab,
acariciaba el desarraigo de la gaviota
que viajaba a la incertidumbre
de la intuición de un itinerario de papel.

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-Es suficente.- Y le sonrió de oficio.

Diagnóstico:
Falta de memoria semántica para los hechos.
Terapia:
Se desaconseja la analgesia endógena. Pendiente de remisión externa.

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(Ahí la llevas.)

domingo, 21 de septiembre de 2008

En tiempos de crisis



A la uña le crece la luna

y se pinta de esmalte de lirios

por la orilla de sus mareas,
le silba el viento de la esquina

que la llama como a una chiquilla vieja

que entra en un sueño de sueños...

(continuará)
"Enrollar el mundo alrededor de nuestros dedos, como un velo o una cinta con la que jugar una mujer que seuña a la ventana". Pessoa. Libro del Desasosiego.

Alamedeando

Hacía algún tiempo que no publicaba nada por diversos motivos. El más agradable de todos: por estar alamedeando; que es gerundio de Alamedear. Es decir, andar, con la cultura de la mano, en la Alameda.

Ayer se presentaron en la Casa de las Sirenas de la Alameda (Sevilla) dos interesantes antologías poéticas editadas por Fran Nuño:
Poetas en bicicleta y Poetas en el camino; ambas fruto de la selección del escritor Francisco Vélez Nieto, que las encabeza con sendos prólogos.

Un lujo para la Madeja estar allí disfrutando de la poesía de Mario Barranco, Saray Pavón Márquez, Martín Lucía, Borja de Diego, y otros muchos amigos poetas que sumaron las palabras al camino.
En breve subiremos al tubo gurullo algunos vídeos del día. Mientras tanto, una selección de poemas e imágenes.


sábado, 6 de septiembre de 2008

Los otros Sacramentos

Consolamentum

sólo palabras
sin necesidad de agua,
moribunda en el lecho,
con la imaginación a decenas de horas
en esta cruzada conmigo.



Epojé

columpiada en la pausa
de un paréntesis incoherente
en el tiempo
frente a mí.


(Recuerdo que yo reía,
mientras él enjabonaba la tarde
que luego la noche
no dudó en aclarar.)

lunes, 1 de septiembre de 2008

Nuevo nº de Enredos y Madejas



Despierta septiembre de la mano de Kikilogic, que da portada a nuestro nuevo número. No falta nuestra sección poética Acericos, con los paisajes de lo vivido como tributo a la memoria. En esta ocasión, nadie dará muerte al xilófago en su viaje, de la mano de Roberto Campos y de Álvaro Pérez.

Desde otro punto de vista, Las Palabras puertas, de Saray Pavón, golpean al dintel de los Papeles al Agua; los lienzos se enmadejan y picotean el azul de Miró y, desde el recuerdo, se asoman a la fiesta de la miel.

Nuestra agenda para Sirenas aporta dos interesantes propuestas, que se suman al proyecto Alamedeando. Es lo bueno de que las Musas se asomen a la barandilla. O que oteen el horizonte, como hace Elena Almeda desde los Quehaceres innecesarios. O que se suban en la nostalgia de La locomotora de latón, de Pedro L. Ibáñez, desde los Relatos amigos, palabras de cerca.

Y se suman a éstas las Cuatro letras (y algunas más) del escritor argentino Mario Capasso que se acomoda en las Letras para una Revista, para finalizar -con este peculiar retrato- sobre el artista Fernando Mansilla en Hilando fino; cosiendo vientos.


La Madeja
Enredos Y Madejas