Consolamentum
sólo palabras
sin necesidad de agua,
moribunda en el lecho,
con la imaginación a decenas de horas
en esta cruzada conmigo.
Epojé
columpiada en la pausa
de un paréntesis incoherente
en el tiempo
frente a mí.
(Recuerdo que yo reía,
mientras él enjabonaba la tarde
que luego la noche
no dudó en aclarar.)
AMEN
ResponderEliminar...y los minutos eran pompas de jabón.
ResponderEliminar"columpiada en la pausa
ResponderEliminarde un paréntesis incoherente"
Todos los paréntesis incoherentes... todo aquello que haya que explicar entre personas que no sean extrañas, ya es incoherente.
Saludos
Besos para lo tres, aunque de uno en uno
ResponderEliminar;)
Lola
...titilan los deseos como el canto del ruiseñor, invisible en la enramada del álamo blanco...
ResponderEliminarUn beso de vida.
Pedro Luis Ibáñez Lérida.
Hola, gracias por la visita y por el comentario. Tu espacio es también hermoso, lleno de buenas letras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por la visita, Pedro L. y M. Poemas.
ResponderEliminarSaludos.
Ostras Lola, Gracias por tu comentario, he venido a hacerte una visita y ha sido una agradable sorpresa descubrir que tu madeja de palabras junto con tus imágenes son un equipaje perfecto para tu cruzada.
ResponderEliminarSaludos !
PD: Te sigo, intentaré en cuanto vuelva desenredar esas madejas. ;-)
pues no se pero a mi me parece brutal, no me gustan este tipo de comentarios absurdos pero es de un acierto este poema que lo flipas! jajaj me molan los comentarios: todo aquello que se tenga que explicar entre personas que no sean extrañas?jjajajaja que chungo el tio.
ResponderEliminarme gustaron mucho las palabras y las fotos!
ResponderEliminary en un despiste llamado
ResponderEliminar"vida" o "calle" o "casita a la espera", se fue nadando contra las palabras
y al principio no eran gran cosa,
pero poco a poco las palabras que tenía que esquivar eran cada vez más grandes,
las frases escaseaban,
ahora aparecían nombres rotundos,
puntos como islotes,
sílabas flotantes
y uno al final tenía que subirse en ellas si no quería hundirse o romperse los brazos, uno tenía que descansar,
abandonarse al naufragio
y después, seguir intentándolo,
descubrir el color del cielo
cuando se acaba el cielo,
y esas cosas. Todas esas cosas.
Algunas tardes son como algunas espaldas:
ResponderEliminarQue por mucho que la noche las aclare, se les queda el aroma y la sustancia.
Algunas espaldas incitan a delinquir y reincidir, a encerrarse de viernes a domingo bajo las sabanas acompañadas, sin que nada más apetezca, salvo seguir oliendo la espalda ajena, como buscando un rastro o un surco sobre el que navegar.
Deben de ser esos "otros sacramentos" más benditos...
Un saludo,
Db.
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ResponderEliminar¡Me encantó el paréntesis!
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Gracias por estos comentarios. Me ha encantado leerlos. Accedo a ellos tarde, pero... me han encantado.
ResponderEliminarMuchos besos para todos