sábado, 6 de septiembre de 2008

Los otros Sacramentos

Consolamentum

sólo palabras
sin necesidad de agua,
moribunda en el lecho,
con la imaginación a decenas de horas
en esta cruzada conmigo.



Epojé

columpiada en la pausa
de un paréntesis incoherente
en el tiempo
frente a mí.


(Recuerdo que yo reía,
mientras él enjabonaba la tarde
que luego la noche
no dudó en aclarar.)

14 comentarios:

  1. "columpiada en la pausa
    de un paréntesis incoherente"
    Todos los paréntesis incoherentes... todo aquello que haya que explicar entre personas que no sean extrañas, ya es incoherente.
    Saludos

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  2. Besos para lo tres, aunque de uno en uno

    ;)

    Lola

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  3. ...titilan los deseos como el canto del ruiseñor, invisible en la enramada del álamo blanco...

    Un beso de vida.

    Pedro Luis Ibáñez Lérida.

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  4. Hola, gracias por la visita y por el comentario. Tu espacio es también hermoso, lleno de buenas letras.

    Un abrazo.

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  5. Gracias por la visita, Pedro L. y M. Poemas.

    Saludos.

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  6. Ostras Lola, Gracias por tu comentario, he venido a hacerte una visita y ha sido una agradable sorpresa descubrir que tu madeja de palabras junto con tus imágenes son un equipaje perfecto para tu cruzada.

    Saludos !
    PD: Te sigo, intentaré en cuanto vuelva desenredar esas madejas. ;-)

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  7. pues no se pero a mi me parece brutal, no me gustan este tipo de comentarios absurdos pero es de un acierto este poema que lo flipas! jajaj me molan los comentarios: todo aquello que se tenga que explicar entre personas que no sean extrañas?jjajajaja que chungo el tio.

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  8. me gustaron mucho las palabras y las fotos!

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  9. y en un despiste llamado
    "vida" o "calle" o "casita a la espera", se fue nadando contra las palabras
    y al principio no eran gran cosa,
    pero poco a poco las palabras que tenía que esquivar eran cada vez más grandes,
    las frases escaseaban,
    ahora aparecían nombres rotundos,
    puntos como islotes,
    sílabas flotantes
    y uno al final tenía que subirse en ellas si no quería hundirse o romperse los brazos, uno tenía que descansar,
    abandonarse al naufragio
    y después, seguir intentándolo,

    descubrir el color del cielo
    cuando se acaba el cielo,
    y esas cosas. Todas esas cosas.

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  10. Algunas tardes son como algunas espaldas:
    Que por mucho que la noche las aclare, se les queda el aroma y la sustancia.
    Algunas espaldas incitan a delinquir y reincidir, a encerrarse de viernes a domingo bajo las sabanas acompañadas, sin que nada más apetezca, salvo seguir oliendo la espalda ajena, como buscando un rastro o un surco sobre el que navegar.

    Deben de ser esos "otros sacramentos" más benditos...

    Un saludo,
    Db.

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  11. Gracias por estos comentarios. Me ha encantado leerlos. Accedo a ellos tarde, pero... me han encantado.

    Muchos besos para todos

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