Escenario de la pérgola de la Feria del Libro de Sevilla. 21,15 horas del jueves 10 de mayo. Una niña con una máscara blanca sale al escenario y da dos toques al aire con su mano derecha. Silencio absoluto. La niña repite varias veces el mismo gesto, para introducirse en las entrañas del aire. Inmediatamente pasea su mano derecha sobre la izquierda. En la lengua de signos, acaba de "llamar a la poesía", con la que entretendremos al numeroso público que ha acudido a nuestro espectáculo. Porque entetener es tener entre las manos y ahí estuvo la poesía, en las de todos y todas.
A partir de ese momento, con un conocido verso de Miguel Hernandez, hemos llamado a los poetas (a los que citaba Miguel: Altolaguirre, Prados, Garfias, León Felipe, Oliver, Plaja...) pero también a Concha Méndez, Ernestina, Rosa Chacel o a Zenobia con una lectura libre de sus versos. Nos hemos quitado "el pavo real y suficiente / la palabra con toga". Hemos levantado el dedo índice de la mano izquierda de Leopoldo María Panero para tomarle el pulso a la poesía de Tomás Illescas; o hemos cruzado el baile de muerte y vida que Alejandra Pizarnik podría haber hecho sobre las sombras de la anemia de Blanca Andreu a través de las palabras y gestos de Lola Crespo y Carmen Herrera.
Podría quedarme con muchos momentos del recital "LLamo a los poetas, Llamo a las poetas", tantos como secuencias y participantes. Desde la especial medición del tiempo, de María Luisa Víu al Silencio hecho entrega de María Domínguez o de Inmaculada Calderón. Del dilema de Joan Morales a los espacios para la vida de Fran Nuño; del cortocircuito de Carmen Herrera a la oscuridad hecha luz de Dolors Alberola o a las lenguas de vida de Clara Torrejón e Irene Marta Gil sobre un poema de Luis Rosales que se acerca a la cicatriz, a la herida, al laberinto de Lorenzo Ortega. Y ¿cómo poder olvidarnos de ti, querida Wislawa, hecha voz en Marta Flores, o de los Versos Clandestinos de Lola Almeyda?
Tantos momentos como el del reencuentro con Sonia Garrido, Margarita Cuadrado, Ana Muñoz, Victoria Garrido o Alicia Pinto para recitar versos de Poliédrica, el poemario de Carmen Ramos, que David Postigo -el magnífico compositor que acompañó todo el acto hasta convertirlo en viaje hacia la música- elevó al ático de la Mudanza Interior.
Y la luz.
Y la luz.
Sonia Garrido, Margarita Cuadrado, Ana Muñoz, Irene Gil, Clara Torrejón, Victoria Caballero y Alicia Pinto con Lola Crespo |
Margarita Cuadrado leyendo "la imposibilidad del verso" de Dolors Alberola, acompañada por Lola Crespo |
Victoria Caballero, Ana Muñoz, Alicia Pinto y Sonia Garrido junto a Carmen Ramos para ser poliédricas |
Clara Torrejón e Irene Gil inventando la lengua de Lorenzo Ortega, Ante el Minotauro |
María Domínguez frente al numeroso público congregado. La noche se hace noche y ya no cabe en el poema |
Foto del gran grupo de poetas |
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