A cinco minutos de que suene el timbre y comience la clase, Huxley, Bradbury y
Orwell entran con paso distraído y se sientan en la última fila. Reservan un cuarto puesto
pegado a la ventana para Gregorio Samsa, que falta ya desde hace semanas. Como viene
siendo habitual, juegan a las cartas. Discuten sobre los dientes de leche del Señor de las
Moscas y se apuestan al azar un mundo feliz.
No molestan. Casi no se les oye. Sólo, de vez en cuando, alguien que no ha oído
hablar nunca del azul ultramar les manda callar porque emplean con demasiada frecuencia
la palabra lanzallamas. Y lo que es, es.
Plaquette. Basura, poesía y Burros Verdes. Foto de Iván Onia. |
Hoy Gerd Brantenberg se ha sumado al grupo y con un puño levantado ha repartido
maquillaje para todos. Sólo Ira Levin ha declinado el regalo porque no acepta ropajes y se
ajusta un rostro robótico de mujer perfecta. Un sinsajo cruza el aula. Estoy de guardia.
Y mientras una estudiante sueña conmigo, María Zambrano tropieza con las raíces del
árbol sobre el que Descartes dejó grabadas sus iniciales, justo antes de preguntarse si las
plantas tenían alma. Sólo al pellizcarse en sueños puede despertarse sudando, junto a su
estufa vieja, frente a la ventana de esta ciudad de más de un millón de cadáveres, según
estadísticas caducas, en la que ahora mismo un camión de la basura cumple puntual con su
horario y esparce este olor que nadie quiere y a todos pertenece.
Continuará…
(Poesía lo serás tú)
Texto para el Encuentro de Verdes escritores y Escritoras. Casa de Juan Ramón Jiménez. Moguer, 26 de octubre de 2019.
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