A veces, las noches se visten de azúcar,
las ilusiones aguardan en cada esquina,
la vida se convierte en escaparate
y la niñez sonríe desde el espejo de otros ojos.
Entonces, en esas pocas veces,
cuando las prisas se hacen amigas de las esperas,
y las cabalgatas abren nuevos futuros,
uno puede desear un porvenir
alfombrado de infancia.
Aunque sea de mentira.
El día de los Reyes todos, nos volvemos niños, y sin querer, por la noche nos acostamos con mariposas en el estómago.
ResponderEliminarUn saludo!