Me cobijan dos letras
que alojan la presencia de tu distancia,
en el empeño por ser.
Construyen un edificio en obras
sembrado de redes y de tapias,
de ventanas y de estancias,
al abrigo de una traza tan móvil
como definida; tan libre
como el margen del inventario.
Su soporte es un camino
que se dispersa en este mapa
disparatado de señales
y otros lindes estrictos,
abierto a direcciones incompatibles
sujetadas por un único cimiento,
como el del molino que contempla,
en una tarde de rastrillos,
la quema de los rastrojos
en el incendio de mi geografía.
Y a su abrigo laten el pulso
y otras marcas relativas
que terminan siendo recias
ante el roce de la cerilla
sabiendo, como saben,
que solo con la madera húmeda
puede habitar la leña en la hoguera
y creer que toca al fuego.
Territorio parcial de la conciencia
a la espera de un espejo,
alterego,
a sabiendas de que soy
un plural en fila.
(Dormir al ego
para que venga el tú
y ellos se fundan en nosotros,
al margen de órdenes estrictas).
Eso, empeñarse en ser y que ardan geografías, lugares comunes o no, pero múltiples reflejos del espejo donde miramos al yo y al tú.
ResponderEliminarUn beso.
Muy hermoso tu blog. Y el poema lleno de sugerencias sorprendentes y de audaces imágenes. Ya iré paseando por tu casa y atrapando esas pequeñas madejas de palabras. Un abrazo.
ResponderEliminar"Territorio parcial de la conciencia
ResponderEliminara la espera de un espejo,
alterego,
a sabiendas de que soy
un plural en fila."
Que bruta! que genialidad!
saludos
Muchas gracias.
ResponderEliminarBesos