...el nervio y el aliento, olvidados, se vuelven conformistas.
Y en las siestas grises, se enredan en batallas inservibles,
rompen los quebradizos barros que no albergarán
más que huidizas compasiones
por un vacío tan terrible como estúpido.
Y, ENTONCES...
¿qué más da lo que sí importa?
¿qué más dará nada?
Sólo quedarán los susurros de la memoria
que contarán agitados -por el miedo a que se repita la escena- que,
AQUEL DÍA,
el cuadro solo era una enorme e
INFINITA sombra...
Pero recuerda, amiga, que la sombra cobija en sus entrañas el alma de aquella alma que la proyecta....
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