He regalado los márgenes de mis páginas,
los renglones para las citas,
muchos minutos para componer décimas,
las espirales que cosían las posibilidades
de las alternativas abiertas al blanco;
y decenas de libros libres.
He hecho hueco para todas esas menudencias
que han ido llenando mi vida
con distintas grafías,
acampando por el mar de la mañana;
barriendo los despojos con cada nuevo naufragio
para preparar, rauda, el bote capaz de colocar la vida a salvo.
Y, a veces, eran tantas, que más que letras parecían algas
pegajosas, maromas atadas a la existencia,
y pecios moribundos asidos a los recuerdos.
Pero,
ahora,
estoy ocupada en un lema:
"SUSTRAERSE A LA ARBITRARIEDAD DE LOS CAMINOS DE LOS OTROS".
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