"Cómo empieza una música, cómo termina: es la misma pregunta decisiva que uno se hace acerca de una pieza literaria, igual un poema de unos pocos versos que una novela de mil o dos mil páginas. El comienzo no es solo el principio de algo sino el tránsito del espacio en blanco a las palabras, del silencio al sonido, un principio del mundo; el final es el tránsito a la extinción, y además nunca es un final, no al menos en una gran obra, de música o de literatura: termina el relato, pero la historia no dicha continúa; se acaba la música, pero queda la resonancia, su apagamiento gradual. Recién terminada la lectura, la actitud instintiva es la de quedarse parado, no emprender de momento ninguna otra cosa. Cuando termina la música, estaría bien que no sonaran tan pronto los aplausos, que quedara un espacio de silencio: me gusta cuando después de la última nota el director tarda en bajar la batuta o la mano, y el tiempo queda suspendido en el silencio".
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