Borges, a propósito de Homero:
"...una terca neblina le borró las líneas de la mano. La noche se despobló de estrellas."
"...una terca neblina le borró las líneas de la mano. La noche se despobló de estrellas."
Juegas al escondite, de niña.
Abandonas el lugar seguro para salir a la búsqueda de un refugio, que te permita ver sin ser vista, para habitar aquellos pocos segundos en los que el cobijo es una esquina, la parte trasera de un banco, las patas bajo una mesa, el hueco de una escalera, una columna o un pilar del patio cubierto de tu recreo; la espalda de otra amiga que hace de tapia.
Arrancar a la carrera cuando la amenaza de ser atrapada, antes de regresar al origen, es lo más parecido al peligro. O al fin.
Gritar, con la fuerza del alivio, la palabra "¡casa!" y quedarte instalada
en tu propio tiempo congelado,
en el espacio de tu carne,
lo más
inmóvil
posible.
inmóvil
posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario