1-2-3, 1-2-3...
Fuiste el corazón de los álamos,
el pulso de los adoquines olvidados por los días;
las oquedades repletas de silencios de los que vagan,
tal vez porque nadie tuvo para ellos otro verbo más digno.
(Y tú ahí,
repatiendo esquinas romas para espaldas rotas,
curando soledades con la tuya,
lamiendo heridas ajenas con sabor a tinta).
Fuiste dulzura para las ramas secas,
el alivio frente a los malos pronósticos,
la sutileza hecha paréntesis
en el que el tiempo -parado-
fue capaz de sentir que las horas
son esas cenizas de limón
alojadas en la médula.
En mi médula.
el pulso de los adoquines olvidados por los días;
las oquedades repletas de silencios de los que vagan,
tal vez porque nadie tuvo para ellos otro verbo más digno.
(Y tú ahí,
repatiendo esquinas romas para espaldas rotas,
curando soledades con la tuya,
lamiendo heridas ajenas con sabor a tinta).
Fuiste dulzura para las ramas secas,
el alivio frente a los malos pronósticos,
la sutileza hecha paréntesis
en el que el tiempo -parado-
fue capaz de sentir que las horas
son esas cenizas de limón
alojadas en la médula.
En mi médula.
Festival de Perfopoesía de Sevilla