Ayer (con esto quiero decir hace un par de meses) tuve la suerte de compartir una hora de lectura y diálogo con el Club de Lectura del Banco del Tiempo en el Ateneo de Mairena del Aljarafe. Más que un club, a mí me gustaría llamarlo un taller, porque las personas que participaron en él me parecieron minuciosos/as y preciosistas artesanos/as de la crítica y de la palabra.
En el mismo acto de presentación, me enteré de que mi libro Gramática malva había sido la primera lectura elegida por el Club. Qué honor, pensé. Y qué valientes y arrojadas estas personas que se lanzan a leer poesía para inaugurar su club, más allá de la siempre bondadosa prosa o novela de moda. Pero no me imaginaba hasta dónde podría alcanzar aquella decisión.
Gracias a la colaboración del Centro Andaluz de las Letras, los participantes recibieron la obra, la leyeron y la trabajaron con sentido crítico. A la par, para la ocasión, yo había preparado un recital que -pronto se vio, como el río que busca su cauce natural-, terminó por ser un auténtico debate sobre la palabra, la creación, el sentir poético, la metáfora frente a la luz y frente a la sombra, la palabra no dicha, la lengua y su posibilidad de comunicación, la capacidad de sentir, de encuentro y desencuentro. Se habló de pintura, de metáfora, de la dificultad para entender mensajes crípticos, de la palabra escondida en la metáfora, de los ropajes y de la desnudez, de los adjetivos... En el debate aparecieron autores/as como García Márquez, María Zambrano, Luis Rosales, Salinas o Machado.
Con la exactitud necesaria para abrir la piel, introducirse en la carne y atravesar cualquier superficie, estos exigentes lectores y lectoras me condujeron, -más que a un recital- hacia la participación de un auténtico duelo poético en el que la palabra se me antojaba tan amiga como retadora.
Una, a veces, puede pensar que tiene respuestas para (casi) todo. Y, sin embargo, ahí está la vida, para enseñarte que, más allá de los sustantivos o de los verbos, somos solo dueños de muchas preguntas, de interrogantes que nos conducen a otras y, tal vez, de algún gesto.
Ahora, la colección de libros irá a parar a otro taller, a otro club, a otras manos,
a otros rostros, a otras voces...
a otros rostros, a otras voces...
GRACIAS
Aquí dejo esta crónica que estaba pendiente.
Aquí dejo esta crónica que estaba pendiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario