lunes, 23 de octubre de 2017

La enseñanza de los bosques

En febrero de este 2017 participé en un Ciclo de "Acciones Artísticas Inclasificables". A él llevé una acción poética y musical con un único mensaje: la defensa de la colectividad y del bien común. Bajo el título, "Apuntes para un bosque", una única metáfora recorría todo el contenido: El amor a los bosques.

La acción duró 30 minutos -una mala elección por mi parte, pues si la hubiera fragmentado en dos sesiones de 15 minutos, la propia acción me hubiera facilitado el manejo del tiempo- y tuvo lugar en un pequeño espacio de la C/ Feria (Sevilla), conocido como la Bicicletería. Pero denso es, también, el tiempo de un bosque. Así que, me encomendé, con poco tiempo para aprenderme los más de 20 poemas que lo cruzaban, a su espesura.

Un techo muy bajo me ayudó a conformar un pequeño bosque, en cuyo centro había quedado un tocón de árbol. Un tocón que, a modo de espejo, pozo o altar, devolvía la respuesta -también hacía preguntas- sobre la actuación del ser humano sobre la tierra. También era eco de sí mismo y, a ratos, del público, multiplicado en el espejo del fondo y en otro que cubría el tronco. Espejo sobre espejo.
Tan importantes eran la palabra como el silencio, la acción o la in-acción.

Al final de la intervención, el bosque nos ofrecía sus ramas (su manera de extender vida) para convertirse y convertirnos en raíz conectada, siguiendo la idea de un artículo de Jordi Soler.

En este vídeo, un collage de fragmentos que rescato, de lo poco que hay grabado, ahora que vuelven a arder los bosques de media España. De frente, el bien común. El otro espejo. El que no especula.




Lo único que nos salva: la vida frente a la no-vida.









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