"Naciste en enero", me dijeron,
cuando el frío hacía tiritar esta parte del mundo.
cuando el frío hacía tiritar esta parte del mundo.
Ahora, que estoy ciega, recuerdo haber tocado el alma del otoño, el porvenir de la gratuidad, haber barrido nieve en el Ártico. Me recuerdo escalando sin manos y volando sin alas cuando me llamaba pájaro, aire, aquí, cerca, soy.
Me recuerdo alcanzando la cima en el mayor de los secretos, para salvar el paraíso de los intrusos.
Haber sido domadora de sombras un domingo de hospital, dar tabaco a los mendigos, aprenderme sus nombres, desprenderme del mío, abrazar un árbol. Sentir la fuerza del tornado antes de llamarse tornado.
Recuerdo haberme prometido que nunca miraría para otro lado, que la templanza sería mi guía, que el reto de los ojos del acantilado de cualquier invierno no podría nunca con la luz de todas las mareas que traigo en los párpados.
Que sería faro para los pasos rotos, que no construiría vendavales sin motivo, y que toda el agua mansa de los ríos estaría templada en mis pupilas.
Recuerdo haberme dicho que no habría destino más poderoso que el hoy, ni lluvia capaz de mojar la palabra esperanza.
Ahora que estoy ciega, recuerdo...
Fragmento del texto "Ahora que estoy ciega"
Detalle de la acuarela "La esquina de los días", de Aure Gallego.