Me construyo y reconstruyo cada año, cada segundo. En color, en luz, en rincón y en tierra.
El tiempo deja de ser visita, aparición, ropaje.
Me conduzco y me reconduzco hacia lugares que siempre son los mismos, que siempre cambian.
Cada enero acudo al musgo que crece en la orilla del río y en la piedra que se sabe tierra. Cada año, me asombra, de la misma diferente manera, su forma de hacerse, de ser-siendo. El paisaje me hace orilla y me aloja en la miniatura de su existencia. Me hace un hueco entre sus láminas conocidas y nuevas, me reconoce en mi asombro, me habita en la memoria de este verde que se construye nuevo.
Y lo toco y me sé ante lo sagrado.
Y me hago nombre, viento, nada.
Me digo y me oigo.
Y escucho.
Y escucho.
Y me deshago.
En la misma huella nueva.
(La composición que acompaña este vídeo es de David Postigo)
llego de la mano de mj.
ResponderEliminarmaravilla
abrazo*
Gracias, Silvia.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte