miércoles, 17 de febrero de 2010
Las ciudades invisibles
"Partiendo de allá y andando tres jornadas hacia levante, el hombre se encuentra en Diomira, ciudad con sesenta cúpulas de plata, estatuas de bronce de todos los dioses, calles pavimentadas de estaño, un teatro de cristal, un gallo de oro que canta todas las mañanas en lo alto de una torre. Todas estas bellezas el viajero ya las conoce por haberlas visto también en otras ciudades. Pero es propio de ésta que quien llega una noche de septiembre, cuando los días se acortan y las lámparas multicolores se encienden todas a la vez sobre las puertas de las freidurías, y desde una terraza una voz de mujer grita: ¡uh!, se pone a envidiar a los que ahora creen haber vivido ya una noche igual a ésta y haber sido aquella vez felices. "
Italo Calvino, Las ciudades Invisibles
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"se pone a envidiar a los que ahora creen haber vivido ya una noche igual a ésta y haber sido aquella vez felices..."
ResponderEliminarGran templanza la que refleja la foto, como casi todas las lineas del horizonte, y bonito el texto que la ilustra.
A veces envidiamos mas lo que suponemos que aquello que en realidad sucede en las vidas ajenas.
Un abrazo siempre Lola,
David.
Ciudades enormes, de enormes piedras... Donde perdese, donde no ser reconocido.
ResponderEliminarPrecioso como siempre.
Saludos y un abrazo enorme.
Viernes, de nublados, corazones rotos, caminos y esperanzas... Siempre es un placer pasar por tu espacio. Y ver tu cosillas.
ResponderEliminarSaludos y un abrazo enorme.