domingo, 22 de marzo de 2015
Comparte poesía VIII
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Raúl Febrer
jueves, 12 de marzo de 2015
Gramática libre - Utopía
Nuestra aportación para Actos poéticos 1, dentro del circuito artístico desarrollado en la Fundación Madariaga.
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domingo, 8 de marzo de 2015
Nosotras, las que no
Los huesos de Alejandra brillan en
la noche, en la garganta viva de un
pájaro petrificado. Dice que comprende la verdad. Que comprende la verdad,
dice. Y Teresa vive sin vivir en sí. Concha busca sonrisas de recambio y
Alfonsina se ahoga entre algas por una casa de cristal. Qué terrible es lo que
nos pasa, Safo.
Me gustaría decirte que muchas quisimos,
aunque no supiéramos bien por qué, llamarnos Frida. Pero no lo fuimos. Ni
Lempickas, ni Ariadnas, ni Lucrecias. Te diré que nosotras, las predecibles,
las que dolemos antes del mes porque se nos ve venir, porque terminamos en a
día, planeta, mano;
nosotras, las que estamos siempre al
frente sentadas en la última fila, o en escenarios invisibles
nao, seo,
como la Mistral, amando las cosas
que nunca tuvo;
nosotras, las cortas, las torpes,
las que no llegan a, las que saben poco de, las que mejor no. Nosotras los
trabajos, las noches, la jaula, la danza, Alejandra, la jaula, Alejandra, la
jaula, la jaula, la jaula, la jaula de arteria, Sylvia.
Nosotras, las que no sabemos las
reglas: clima, trauma, programa. Nosotras: problema, dilema, poema. Nosotras, párpado
de Cristina y vista de Wislawa. Nosotras, aburridas de las sordas orillas del
Sar. Nosotras, Rosalía, que llegamos al fin de la tarde o a fin de mes.
Nosotras, Ernestina, empeñada en ser isla, en ser signo que persigue el mar y sus entornos. Nosotras, las Glorias,
islas ignoradas. Nosotras, con nieve en la mano, con el corazón en un puño,
como Gertrudis cuando embarca hacia la noche. Nosotras, reclamando a los
arcángeles, como la Conde, porque “es
igual que reír en una campana” de manos de Roldanas barrocas.
Nosotras, las Venus obesas y
adiposas del origen de los tiempos, las del espejo de vitrina, las fecundas,
las Maribárbolas, las Aracnes que vestimos desnudas los museos y cuando nos
desnudamos somos fulanas y menganas escandalosas. Nosotras, anatomía de
consumo, sonrisa de Zenobia, espectáculo de escaparate, musas, las promiscuas musas
que servimos a todo Arte, las anoréxicas de templanza, las que no somos mujeres
fatales porque estamos hartas de fatalidad. Nosotras las de los márgenes, las
periféricas, las lavanderas costumbristas de las escenas de agua quieta, las
apostadas a pie de página, las que siempre nos preguntamos cómo se llamaría la
mujer de Lot. Nosotras, las ninfas de pelo color mar, las que no tenemos otra cosa
que hacer que bailar, amar y cantar; nosotras esfinges, gorgonas y sirenas que
nunca oímos la historia de los labios de Clío.
Nosotras, las Juanas, las que “esta tarde mi bien, cuando te hablaba”, también
señalamos necedad y cordura. Nosotras, incendio, adelfa, mediterráneo,
barbitúrico, niña, Blanca. Nosotras, mujer, Giconda, pájara.
Nosotras, las que nunca enterraremos
la placenta para plantar sobre ella árboles efímeros. Nosotras, las que
quisimos oler las raíces del fuego, las pangeas, las mujeres barro, las mujeres
savia, las sublimes, las derrotadas, las heridas, las rotas, las perdidas, las
hechas, las inmunes, las que triunfan, las invisibles, las miles. Nosotras, las
de boca de lirio o de ortiga; las de manos de cristal o de cardo, las Chabucas,
las Rebecas, las Chavelas, las Piaf, las solas, las que son porque están, las
Hipatias, las que enseñamos los días de la semana, los meses, los números, los
sentimientos, los colores, todos iguales: el verde, el miércoles, el absurdo,
el ciento, el suajili.
Nosotras, las hijas de la Bernarda. Las que fuimos reinas sin países y
ciudadanas sin república; las gobernadoras desgobernadas, las sin gobierno, las
parias, las impares, las ilustradas a oscuras, las que no pudimos ser Godiva,
las que nunca tuvimos un arco, las malinches, las Luxemburgo, las trece rosas,
las Gentileschi, las Arendt, las Kent, las Campoamor, las Maeztu, las Beauvoir,
las Marguerite, las Fiztgerald, las que viven en el otro lado del mundo y
tienen nombres impronunciables y pieles habitadas por una historia muda a la
memoria.
Nosotras,
las Lispector, aullando a las puertas de la gramática; las Montessori,
amamantado sueños; las que firman con pulso de hombre: las Shelley, las Arenal,
las Matute; las que son reconocidas años después, las Bronte; las
maravillosamente pacientes: las Zambrano, las Curie.
Nosotras,
chica española o sudamericana se ofrece
para el cuidado de personas mayores, niños o mascotas, por horas o a convenir y
también actividades de la casa. Nosotras, también doy cursos de francés y de inglés para todas las edades.
Nosotras, las Bovary y las Karenina, las que nos comemos las lágrimas o lloramos
con la rabia de Juno. Nosotras, las que cuando estamos tristes seguimos los
consejos de las abuelas y nos hacemos trenzas que atrapen la melancolía.
Nosotras, las lobas heridas que no deberíamos regar las macetas o lavarnos el
pelo durante la regla; las que seguimos dando como madrinas besos en la frente.
Nosotras,
todas,
las que no somos como las demás y las que sí,
todas,
las que no somos como las demás y las que sí,
las
que compartimos espacios, habitamos sueños y construimos tiempos;
nosotras, las otras,
las
anónimas,
las
que también importan.
Las
que también.
Los huesos de Alejandra, poema incluido en el poemario "La cebolla es otra historia"
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