Míralos a ellos, los desconocidos,
tropezando los inventos por el camino.
Míralos a ellos,
los desconocidos,
los desconocidos,
los desconocidos...
Bienaventurados los que se niegan
a llamar a las cosas por su nombre
porque de ellos será la gramática libre.
Sólo necesitan respirarla
para que emanen polisemias
vestidas de sinestesias
-mejor calientes, y entre frutas-.
A Mario Barranco,
precipicio poético.
Es curiosamente preciso - no me preguntes la razón - y también bonito. Un poema curioso.
ResponderEliminarun placer leerte :-)
ResponderEliminardejo un abrazo
Estoy con Álvaro. Es curioso, pero llamativo a su vez, y bonito, claro :)
ResponderEliminarA mi me parece perfecto.
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