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viernes, 2 de diciembre de 2016

La hora del blues

"¡Sacudíos el polvo de las pupilas! ¡Desperezad vuestros corazones del letargo! ¡Dad rienda suelta al gozo! Lola Crespo vuelve a las andadas. Y lo hace con una poesía de muchos quilates. Sí, con ritmos diabólicos y geniales, desde el blues más auténtico y genuino, llevándonos hasta confines nunca hollados por la palabra convencional. Y es que la pujanza de su música, el empuje del sonido, el definitivo caudal de ritmos con que se pueden expresar los sentimientos… transforma, en metamorfosis radical, la percepción con la que nos emocionamos ante el mundo de la vida. 


Los personajes de esta historia se afanan por alcanzar cumbres celestes, por desvelar del vacío una nota maldita, por esculpir una frase superlativa, que aún destila, en su rumor a oleaje, sabor a insomnio, alcohol y melancolía, y versos de monumental fuerza…, todo para fusionarse en una composición inigualable. 


Brotan desgarraduras de las cuerdas; emerge, poderosa, la voz quebrada de la noche, danzan las estrellas en la inmensidad, y los ocasos dejan su lugar a melodías pegadizas e imposibles de eludir. Todo para deleite de los sentidos más exigentes. Acaso sea la palabra lírica una excusa para ensimismarse en mundos de fulgor inaudito, con resonancias tremendas e ideales, de paladar sabroso y con tintes de intensidad crepuscular, plena en matices y sugerencias…acaso. 

En el poemario, Lola Crespo bucea por paisajes de leyenda, aureolados por el exceso y el placer, y una infinita sapiencia anima sus páginas, insuflando color y melancolía a las figuras. Su palabra poética nos traslada hasta atardeceres nimbados de horizontes, repletos de raíces jugosas. La pretensión de recrear imposibles, de dibujar imponderables, de corregir lo efímero con trazos de perdurabilidad… está en cada una de sus páginas. 




El ávido lector podrá recoger todo un cúmulo de cosechas feraces, que huelen a trigo y a libertad. Porque de eso se trata, de ser libres en y por la palabra poética… todo se confabula en este poemario para hacer añicos la indiferencia. 

Es la hora del blues. Es la hora de la poesía".

Daniel Montes Rivero