Foto de Paco Bélmez |
Durante un par de años, yo viví en la calle Don Gome, muy cerca de la calle Maestra, calle que atravesaba todos los días un par de veces. Me encantaba esa calle por su nombre; porque siempre se oía música en ella; por su peculiar empedrado; por el hecho de ser peatonal, cómoda y albergar en ella ese espectacular Palacio renacentista (entre otras curiosas edificaciones): el Palacio de los Niños de Don Gome.
Siempre me parecieron espectaculares las esculturas de la entrada, así como todo el espacio urbanístico que se generaba a su alrededor. Y siempre me iba a casa pensando en aquellos guardianes de piedra, en las leyendas que se contaban en torno al palacio, del que tengo pendiente publicar una historia con mi amiga Manuela Gallego. En eso andamos.
Yo conocí el palacio en los noventa, cuando estaba bastante abandonado, pero pronto se vio inmerso en un ambicioso proyecto de restauración que llegó hasta el propio Ayuntamiento, que, por fin, volvió a exhibir sus preciosas arcadas renacentistas, hasta entonces ocultas por algunos muros posteriores.
Hace años que el Palacio de los Niños de Don Gome fue recuperado para la ciudad para actividades públicas y culturales. Y allí, en el aula magna, Andújar acogió la presentación del poemario Las palabras acostumbradas.
Sí, hasta allí llegaron Las palabras, primero en la voz de Asun López, responsable de la Biblioteca Pública Municipal -quien organizó todo para que no faltara ni el más pequeño detalle- y que leyó un poema (a modo de poética) y me presentó como hacen las buenas amigas: con generosidad y cariño.
No sólo Asun dio vida a estas Palabras, sino que Mariana González, otra estupenda amiga a quien no veía hacía años, también leyó otro de mis poemas, mientras una música de fondo salía de los peculiares "cacharros" que acompañan, afortundamanente para mí, la vida de Eva Orgaz. Palabras para el reencuentro.
Qué cosas piensa una.
Volvamos al recital:
En esta ocasión, me apetecía compartir los vídeos que tengo editados como apoyo audiovisual al libro, con la música del compositor David Postigo y una buena colección de composiciones sueltas (árboles, sopas de letras, maremagnum de palabras) de la diseñadora Chari Rodríguez.
Allí nacimos a un idioma blanco, sin prisas. A una marca no registrada.
Allí nos desprendimos de todos esos posesivos que se apoderan de la palabra vida.
GRACIAS
(Pequeña crónica en imágenes)
Fotografías de Daniel Alguacil