Me pronuncias. Soy
tormenta que crece y muerde tu nuca.
El dolor naufrago de
todos los faros en el crepúsculo.
Con la primera brisa
han llegado cargados de hombres rotos los pájaros,
sucios como trapecios
sobre el océano.
Bandadas amarillas
como cometas en la arena,
Juan Cuevas ante el escaparate/fondo marino de "La Beni" |
quebradas por los
anfibios
que lloraban entre
nuestras piernas.
Aún bebe el dolor del
cristal
donde Noche marchó a
mendigar.
Me callas. Y es de
alga tu huida.
Tan roja la amapola
que pisas.
Desde aquí sólo
escucho
el color vencido de
las viejas ballenas,
trazo mapas
desordenados
al amanecer,
espero que la brújula
señale
el camino de los
cordones desatados.
Aún tarda la lluvia
en borrar las encías
de las caracolas.
La madera tiene
memoria de buzo.
Hay otro mar donde
podremos
Negar el agua que nos
unió.
Te nombro.
Como un planeta
desorbitado,
como a los insectos
que duermen
en el dorso de mis
manos.
Desde el asombro te
nombro.
Quedará el agua
y su memoria
desbordada.
Las geometrías
desaprendidas
en la esquina de los
días.
El humo donde
ardieron
todos nuestros barcos
de papel.
Juan
Cuevas,
Sevilla, 2016 (para La muerte sobre un caballo pálido)
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