dijo la mañana,
Y me habló de un adverbio
de porte imperativo,
algo inocente
(con la ingenuidad que tienen
los que creen que son obedecidos por
su simple presencia);
algo promiscuo
(fundiéndose con los otros
en el preciso momento que
la perspectiva
da un giro y aleja
y mediatiza los espacios);
sin la marca de un género,
o de un número,
(con la invariabilidad que le otorga
una gramática obsoleta
que no entiende que mi aquí
nunca es el tuyo).
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